Gracias al apoyo de su pareja, la persistencia y la educación financiera hoy tiene un negocio que da alegría
- En su transitar descubrió su ignorancia en temas empresariales, pasó por un tortuoso camino de tramitomanías, indiferencia, rudos problemas económicos, dudas existenciales y muchas barreras para poner a funcionar su actividad.
- Hoy con sus marcas Petlife y Petilicious, alimento premium para mascotas, satisface una gran necesidad del mercado pet food.
Contrario a lo que muchos creen, emprender no es nada fácil. Esa fue la dura conclusión a la que llegó Marco Guzmán, un ingeniero agrónomo con especialidad en Zootecnia fundador de Tecnovet, que, aunque en los 90 visionó un negocio que hoy crece como la espuma, que es el mercado de las mascotas, en aquel momento para sus profesores universitarios era una locura.
Para comenzar, este desamparadeño no tuvo las cosas fáciles para sacar su carrera, pues al mismo momento que ingresaba a la U, sus papás, tuvieron una quiebra financiera extrema, debido a una sorpresiva crisis de salud que sufrió su madre, que la mantuvo sin ingresos durante año y medio mientras se recuperaba. Esta fue una gran lección para él, pues supo que cuando se trabaja por cuenta propia o se es un profesional independiente, no hay derecho a enfermarse.
Ingresó a la universidad en 1999 con el firme propósito de especializarse en mascotas, lo cual sorprendió a sus profesores, porque generalmente los zootecnistas se enfocaban generalmente en animales productivos.
Gracias a cursos de repostería que llevó en algún momento mientas estuvo en el colegio, pudo sortear sus necesidades económicas vendiendo empanadas en los diferentes buses de Montes de Oca y en las sodas de las Escuelas de Agronomía y Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica (UCR), así como también logró trabajar en la biblioteca reparando libros de álgebra, química, física, bioquímica, etc., para tener dinero para sacarle fotocopias a los libros y poder estudiar.
Su urgencia por incorporarse al mundo laboral para ayudar económicamente en la casa, lo impulsó a llevar hasta 21 materias por año para terminar en cuatro años una carrera que duraba seis.
Su proyecto de graduación fue desarrollar galletas para mascotas, idea que para algunos de sus profesores era una loca necedad, mientras para otros, algo innovador. Su motivación fue siempre velar por el bienestar de sus mascotas, para que tuvieran una alimentación balanceada y, con ello, pudieran vivir más tiempo.
Ya graduado, aceptó hacer una práctica profesional en el área de ventas para una empresa multinacional donde finalmente estuvo once años hasta alcanzar la posición de gerente de ventas para Centroamérica y México.
Esa experiencia tan positiva le sembró el gusanito para emprender su propio negocio, por lo que un 20 de diciembre puso la renuncia con la idea de arrancar un 1 de enero, armado con tan solo una laptop y $300.
“Dicen que un emprendedor se lanza de un avión y de camino va armando el paracaídas”, dijo jocosamente Marco Guzmán, quien convierte esa frase en una metáfora de su propia experiencia, pues reconoce que literalmente se lanzó al agua sin tener idea, empresarialmente hablando, de lo que estaba haciendo, ni de todo lo que implicaba ser un emprendedor que soñaba con desarrollar productos de calidad para las mascotas.
Con gran ilusión y pensando que la cosa sería muy fácil, lo primero que hizo fue abrir una sociedad, inscribirse en Tributación, en la CCSS, en el INS y acudir al banco a abrir una cuenta empresarial. Lo que nunca imaginó es que comenzaría su calvario, pues se topó literalmente con la cara de la desilusión cuando como requisito-sin haber iniciado la actividad- en el banco le solicitaron la presentación de estados financieros y la comprobación de al menos tres años de facturación y otros requerimientos.
“Fue entonces cuando descubrí que me había metido en un mundo empresarial absolutamente desconocido, pues no sabía nada de finanzas, ni contabilidad y, a mis 30 años, ni siquiera sabía firmar un cheque”, acotó Marco Guzmán, creador de Petlife y Petilicious, alimento premium para mascotas, que hoy recuerda su pasado como una gran lección aprendida.
Asegura que emprender en este país es una tragicomedia y que Banca para el Desarrollo es como un mito urbano, porque, a su criterio, es inaudito que a un emprendedor que desea hacer las cosas bien para iniciar, le pidan utilidades, cuando durante los primeros dos años prácticamente todo es gasto, no se ven ganancias.
La paciencia y la persistencia son clave
“Parte de la procesión llena de obstáculos por la que pasé, fue cuando quise inscribir ante el Ministerio de Salud mi primer producto, que era un champú para combatir las pulgas en las mascotas, hecho a base de cipermetrina, una molécula que tiene décadas de existir y comercializarse en Costa Rica. Para mi asombro, me comenzaron a solicitar pruebas y pruebas y más pruebas, como si se tratara de una nueva molécula, e increíblemente, duré 28 meses registrando ese producto”.
Luego, cuando quiso registrar su formulación para sus marcas Petlife y Petilicious. le tocó hacer un trillo entre el Ministerio de Salud y Senasa, porque les parecía una locura que él quisiera hacer un alimento gourmet o premium para mascotas, el cual nacía de la convicción de no darle a las mascotas alimento que él mismo no era capaz de comerse y sabiendo el daño que la mala nutrición le causa a los animalitos. Por eso, Petlife y Petilicious son productos que al abrirlos se encuentran con carnes, granos, verduras y vegetales de primera calidad, aptos para el consumo humano.
Por su propia experiencia, sabía que a lo que le estaba apostando era a un lujo accesible para mascotas, pues se trataba de un producto nacional, con materia prima de calidad producida por productores costarricenses y que al final salían más baratos que los importados, porque no tenían esos costos agregados de transportes e impuestos de importación y, en esta odisea estaba involucrada su esposa, Paola Cedeño, tecnóloga de alimentos, con una gran experiencia en calidad y normas ISO en el sector de alimentos para bebés.
En todo ese ir y venir de trámites repetitivos, procesos llenos de tropiezos, solo gastos y nada de ingresos, de pronto todas esas piedras en el camino le recordaron que había tomado una pésima decisión, pues pasó de estar económicamente estable (con un ingreso fijo) a haberse gastado sus ahorros y quedar en números rojos, a tal punto que ni siquiera podía pagar el recibo del agua y menos los otros gastos de la casa, tanto así que se le añadieron preocupaciones como el de estar a punto de perder su casa. “Estuve a días de decirle a la familia, vámonos porque perdimos todo”
Marco se sentía en un mar de tiburones al no tener experiencia empresarial y toparse con tanta traba. Sin embargo su esposa Paula fue quien en el momento más difícil le dio ese impulso. Por suerte, en ese justo momento la ascendieron a gerente de calidad en la empresa en la que ella trabajaba y eso les dio un respiro económico. Ella fue entonces quien asumió al 100% los gastos de la casa, exigiéndole a Marco Guzmán que él debía meterle gana al negocio.
“No teníamos nada de educación financiera y eso es clave para toda persona, empresaria o no”, enfatizó Guzmán. Finalmente, el banco le prestó un millón, que gastó entre etiquetas y latas… vacías porque no le alcanzó para la materia prima.
Una buena reputación es clave
Gracias a la credibilidad que tuvo, un exjefe le dio el empujón para que pudiera vender vitaminas con la marca Petlife y comenzar a abrirse camino.
Con el reto hablemos con las latas abiertas comenzó a abrirse camino cada vez que visitaba un potencial cliente, pues era típico que le dijeran que si el producto era hecho en Costa Rica no era bueno.
Hablar con las latas abiertas significaba retar a la contra parte a que se comiera el contenido de la lata importada que defendía a capa y espada, mientras él se comía los trozos de pechuga que contenían las de él. Es ahí donde comienza a demostrar que la etiqueta aguanta lo que le pongan, pero que lo verdadero está cuando se mira que la realidad del producto coincide con la etiqueta nutricional, señaló
Fue a partir de ese desafío que comenzó a ganarse la credibilidad de veterinarios y distribuidores de productos para mascotas, porque él sí se comía confiadamente el contenido de la lata Petlife, mientras los defensores de las renombradas latas importadas se arrepentían porque el olor de su producto no les gustaba ni les daba confianza.
Ordenarse financieramente le salvó la vida
Leerse el libro Padre Rico Padre Pobre le motivó a recibir educación financiera. Entonces se propuso estudiar con Robert Kiyosaki, maestro que le dio herramientas para tener un orden financiero que le permitió salir adelante.
Ya con sus finanzas ordenadas comenzó a llegar a más veterinarias. Petlife es un producto de nutrición preventiva, lo cual significa: No espere que su perro esté mal para darle alimento de calidad todos los días.
El camino solitario de los emprendedores
“Es un camino solitario porque la familia, los amigos por protegerte no entienden tu propósito de emprender y te dan consejos para que mejor se estabilice con un trabajo fijo”, comentó Guzmán.
La gente no sabe los altibajos que pasa un emprendedor. Emprender es una montaña rusa y es importante tener claro que no se puede sangrar la empresa metiendo mano a los dineros para financiar otras cosas fuera del negocio.
Algunos consejos para emprendedores:
- Busque un problema o una necesidad (ojalá sea masivo).
- Resuelva ese problema con sus talentos y conocimientos.
- Disfrute lo que hace.
- Utilice la plataforma tecnológica para hacerlo exponencial en su consumo.
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