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Mascarada Tradicional Costarricense, símbolo nacional de Costa Rica, celebra su día este 31 de octubre

La mascarada tradicional costarricense es una tradición popular de Costa Rica que tiene raíces en la época colonial del país, y que en la actualidad continúa muy vigente. Su origen parece ser producto de prácticas festivas coloniales y amerindias. Se encuentra relacionada con la festividad española de los gigantes y cabezudos, con influencias de comunidades indígenas autóctonas, lo que le da a su origen un carácter pluricultural y sincrético. Los distintos personajes representados en las máscaras reciben localmente el nombre de mantudos o payasos, y se caracterizan por pasearse por las calles de los pueblos durante las diversas festividades populares o religiosas y turnos, persiguiendo a los asistentes, bailando al son de música de cimarrona y acompañados de fuegos artificiales. En 1997, mediante Decreto Ejecutivo n.º 25724, se declaró al 31 de octubre el Día Nacional de la Mascarada Tradicional Costarricense. El 21 de abril de 2022, la Asamblea Legislativa de Costa Rica declaró a la mascarada tradicional costarricense como el décimo séptimo símbolo nacional de Costa Rica.

Tradiciones indígenas precolombinas
Antes de la llegada de los españoles al territorio de Costa Rica en el siglo XVI, los pueblos aborígenes contaban con algunas tradiciones que incluían la elaboración y utilización de máscaras. La más destacada de estas tradiciones, que ha llegado hasta la actualidad, es el juego de los diablitos de Boruca. Esta fiesta de raíces indígenas, celebrada por el pueblo boruca posiblemente desde una época previa a la Conquista, involucra la elaboración de máscaras a base de madera de balsa, con las cuales los participantes del juego de los diablitos se disfrazan para la celebración, que se lleva a cabo entre el 31 de diciembre y el 2 de enero de cada año. En las excavaciones arqueológicas realizadas en la zona sur de Costa Rica, donde se asentaron los reinos borucas, es frecuente el hallazgo de piezas de oro que representan personajes enmascarados, así como danzantes y músicos. Tras la Conquista, se agregó un nuevo elemento, el toro, personaje que representa al conquistador español.
Las máscaras prehispánicas se hacían de materiales diversos (arcilla, piedra volcánica, madera y jade), se coloreaban con pigmentos naturales, y sus temáticas eran propias de la cosmovisión indígena. Los personajes enmascarados ejecutaban danzas rituales, lo que les otorgaba un lugar privilegiado y les confería poder en la sociedad indígena, pues se interpretaba que se transformaba o era poseído por la deidad que representaba la máscara.