Los resultados de este estudio dirigido por el centro británico puede servir para comprender cómo los cambios en la forma y tamaño de este órgano pueden provocar afecciones neurológicas o psiquiátricas.
Un estudio dirigido por la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y que publica hoy, jueves 17 de agosto, la revista científica ‘Nature Genetics’ demuestra que el desarrollo del cerebro es, en parte, genético. Se trata del mayor estudio realizado sobre la genética del cerebro que ha identificado más de 4.000 variantes relacionadas con su estructura, lo que puede servir para comprender cómo los cambios en la forma y tamaño de este órgano pueden provocar afecciones neurológicas o psiquiátricas.
El cerebro es un órgano muy complejo, con una gran variedad entre individuos en términos del volumen total, cómo se pliega y cómo de gruesos son esos pliegues. Sin embargo, aún se sabe poco de cómo nuestra composición genética da forma al desarrollo del cerebro. Los investigadores estudiaron unos 36.000 escáneres (32.000 adultos y 4.000 niños) y midieron múltiples propiedades de la capa más externa del cerebro, la corteza, entre ellas, su área, volumen y plegamiento.
Esas propiedades, medidas tanto en toda la corteza cerebral como en 180 regiones individuales de la misma, se comparó con la información genética de todo el genoma, lo que llevó a individuar más de 4.000 variantes genéticas relacionadas con la estructura cerebral. Así, los investigadores pudieron confirmar y, en algunos casos, identificar cómo las distintas propiedades del cerebro están genéticamente relacionadas entre sí.
Además, muchos de los genes que están relacionados con la variación del tamaño del cerebro en la población general coinciden con genes relacionados con afecciones clínicas en las que el tamaño de la cabeza es mucho mayor o menor que en la población general, lo que se conoce como afecciones cefálicas. Sin embargo, todavía se desconoce cómo exactamente estos genes conducen a cambios en el tamaño del cerebro.
Estos hallazgos pueden utilizarse para comprender cómo los cambios en la forma y el tamaño del cerebro “pueden provocar afecciones neurológicas y psiquiátricas, lo que podría conducir a un mejor tratamiento y apoyo para quienes lo necesiten”, señaló uno de los autores de la investigación, Varun Warrier.
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