En conmemoración del Día Internacional de la Mujer, la FCRF rinde homenaje a aquellas futbolistas que marcaron un antes y un después en la historia del balompié femenino de Costa Rica.
Dentro de las pioneras que mostraron pasión y valentía por este deporte, está la historia de Marjorie Flores, una de las pioneras que formaron parte del Deportivo Femenino Costa Rica, primer club femenino en el país.
A inicios de la década de 1960, el destino la conectó con el fútbol, ya que al llegar a realizar el curso Auxiliar en Enfermería, se enteró de un grupo de mujeres que entrenaban en la Sabana.
IMG 1811Sintió curiosidad y decidió ir a una práctica con Fernando Bonilla, entrenador del Deportivo Femenino Costa Rica y quien le dio la oportunidad de entrenar con el equipo, hasta llegar a portar la camiseta número 8.
“Lo que nos motivaba era creer que no había limitaciones. En esa época jamás pensaron que el fútbol femenino iba a poder superar barreras”, destacó Flores.
El Deportivo Femenino Costa Rica, al no existir otros clubes, se dividió en dos nombres: América y Costa Rica, en este primero Flores llegó a ser la capitana titular.
Lograron traspasar las fronteras en países como Honduras, El Salvador, Guatemala y a México, e inclusive llegaron a jugar en el Estadio Universitario de México, frente a casi 50 mil personas.
«Nosotras llenábamos estadios, porque éramos novedad. Cuando salíamos a jugar dábamos vida y corazón en lo que estábamos haciendo», comentó Marjorie.
Sus camisetas representaban el sacrificio de dejar durante 6 meses de gira el trabajo y sus familias, con el fin de lograr construir sus sueños y romper los estereotipos en cada región que visitaron.
“Queremos demostrar que una mujer puede jugar fútbol sin salirse de los límites de ser mujer, se puede jugar, entrar a una cancha y ser femenina todo el tiempo”, manifestó.
El apoyo que recibió de su madre, Esmeralda Flores, fue fundamental, ya que siempre la respaldó y la acompañó en cada una de las decisiones que tomó.
“Siempre he sido decidida a lo que venga, era una motivación. Nunca vi el esfuerzo y la dedicación como sacrificio, sino como un anhelo, para llegar a ser una profesional”, expresó.
Además, la guía y la dirección que obtuvo de su entrenador, Fernando Bonilla, fue de vital importancia. “Fernando supo transmitirnos la disciplina y valores en cada una de nosotras, nos instó a practicar este hermoso deporte, porque teníamos que unirnos para romper estigmas”, agregó la pionera.
Uno de los principales aportes de su generación es demostrar que el fútbol no es un asunto de género, sino de pasión.
“Nosotras nos sentimos orgullosas de que pusimos la semilla que se ha hecho un árbol, no tan grande como queríamos, pero esperamos que el fútbol femenino logre considerarse profesional en Costa Rica”, concluyó.
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