Desarrollo del cerebro culmina en la adultez joven
Las bebidas alcohólicas están dentro de una clasificación de sustancias psicoactivas lícitas y depresoras del sistema nervioso central, se considera una de las sustancias de “entrada” o “puerta”, en Costa Rica y en nuestra cultura su uso normalizado en todo tipo de actividades cotidianas del día a día.
A pesar de los resultados de la última encuesta en Colegiales, que se publicó en 2023 por el IAFA, se expone el retardo de la exposición de las personas colegiales al consumo de alcohol, y se explicó que esta población postergó más tiempo para probar por primera vez la sustancia psicoactiva que más se consume en Costa Rica; en 2018 se iniciaba a los 12 años y en 2021 a los 14, se registró un uso de este producto en mayor intensidad cuando se toma la decisión de consumir.
En las últimas décadas se observa comportamiento en las personas menores de edad donde existe una baja percepción en el riesgo del consumo de sustancias psicoactivas, protagonizando en ocasiones un episodio único de uso perjudicial del alcohol, lo que repercute en daños a la salud física o mental o que ocasiona algún tipo de repercusión en una tercera persona.
La adolescencia es un período de la vida de todas las personas, determinante donde la variedad, cambios y transformaciones a nivel emocional, cognitivo y conductual son especialmente significativos, esto da lugar a una modificación tanto en la estructura como en el funcionamiento cerebral de manera natural. Si se toma en cuenta que la neuromaduración humana (maduración del cerebro), lejos de finalizar en la infancia, se extiende a lo largo de la adolescencia e incluso durante el inicio de la etapa adulta, y si se tiene interacción con algún tipo de sustancia psicoactiva, sea lícita o ilícita, podría vulnerar e impactar la madurez original de este órgano.
El cerebro se puede afectar por el consumo intensivo del alcohol, y si a este proceso se le suma características biológicas como la herencia, procesos que llevan a un síndrome dependencia, antecedentes patológicos personales, experiencias vividas, herramientas adquiridas y por último el contexto o el entorno/ambiente en donde creció y se desarrolla la persona, considerando disponibilidad de venta de bebidas alcohólicas a personas menores de edad con poco control, la disponibilidad de actividades recreativas o uso adecuado del tiempo libre, alternativas para la participación activa en grupos donde se pueda beneficiar y fortalecer temas como la autoestima, manejo de presiones grupales e importancia del acompañamiento del recurso socioafectivo, entre otras.
En múltiples revisiones científicas se demuestra que el consumo intensivo de alcohol se asocia a:
- Menor rendimiento en tareas que evalúan procesos cognitivos, específicamente funciones ejecutivas.
- Alteraciones estructurales en áreas cerebrales (sustancia gris/blanca).
- Variables funcionales que afectan en la evolución de la maduración cerebral.
Es determinante la asociación de las funciones ejecutivas en las personas menores de edad con un consumo excesivo de alcohol está ligada, de forma general, a un rendimiento inferior en tareas que implican atención, aprendizaje, habilidades ejecutivas y toma de decisiones, comprenden de esta manera distintos procesos de manejo y organización de la información orientados a la consecución de un objetivo. Por último y relevante también como padecen cierta hipersensibilidad al refuerzo inmediato, ya que presentan preferencia por las recompensas positivas súbitas, aun cuando esta elección resulta perjudicial a largo plazo
El impacto del consumo de alcohol en la etapa de la adolescencia puede generar consecuencias diferentes en el desarrollo de ciertas regiones cerebrales en comparación con una persona adulta, incluso comparando con cantidades o variables similares del alcohol, esto explica la sensibilidad entre una y otra estructura, específicamente en regiones como la corteza prefrontal o el hipocampo.
El consumo nocivo de bebidas alcohólicas es un problema de alcance mundial que pone en riesgo desarrollo individual y social de las personas, donde se ha visto implícito conductas riesgosas de las personas adolescentes involucrando entre ellas violencia, apertura al consumo de nuevas sustancias psicoactivas, actividad sexual irresponsable, ausentismo o bajo rendimiento académico, conducción de vehículos bajo los efectos entre otras, interpretándose su normalización y como se minimizan las consecuencias si bien no existe una repercusión mayor, llevando a repetir muchas veces la experiencia y en ocasiones este consumo excesivo puede causar o agravar patologías médicas y trastornos mentales como trastornos depresivos, ansiedad, psicosis, por ejemplo.
Algunos de los consumos reportados en la consulta, son de forma intermitente y de manera excesiva em horas o días estratégicos. Estos los explican; en días claves como el fin de semana, donde existe tiempos cortos para el consumo y recuperación (si es posible), con grupos de iguales o pares, caracterizada una vez más ´por la percepción escasa de riesgo, igualación en el consumo entre géneros, picos de incidencia entre adolescentes y jóvenes, potencialización del consumo de personas bebedoras de manera abusiva.
Como bien lo expuso el proceso de investigación en una de las conclusiones y mensajes claves de la IV Encuesta de Colegiales, https://iafa.go.cr/investigacion/encuesta-educacion-secundaria/, es prioritario “no bajar la guardia y continuar en el acompañamiento y presencia de las personas adultas a través del modelaje, validez de sentimientos, construcción de la autoestima y personalidad de los jóvenes donde puedan ofertar cada vez más herramientas para el desenvolvimiento como personas independientes en actividades de la vida más complejas que cada vez requieren más habilidades para las exigencias del entorno”.
Una de las recomendaciones más claras y directas que como médico y como funcionario de Casa JAGUAR (Centro de Atención para Personas Menores de Edad) y que comparto con toda la población, es: poder buscar equilibro y bienestar en la salud física, mental, espiritual y social de las personas menores de edad, adultas jóvenes y aquellos que juegan un papel de apoyo socioafectivo en la vida de jóvenes en construcción.
Fin del artículo
Por | Dr. Eddy Marchena Vásquez
Médico
Encargado Casa JAGUAR, IAFA
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